LA NIVOLA
Las nivolas eran las obras (generalmente novelas) en las que el autor Miguel de Unamuno se introducía en la trama como un personaje más, que generalmente era el que controlaba la trama. Así, la acción parecía muy diferente debido a que podía discutir, hablar, etc con sus propios personajes.
Lo que él no sabía es que ese método ya había sido usado con anterioridad, en las obras teatrales trágicas de la Grecia Antigua.
Lo que él no sabía es que ese método ya había sido usado con anterioridad, en las obras teatrales trágicas de la Grecia Antigua.
CARACTERÍSTICAS DE LA NIVOLA
Las nivolas se caracterizan por los siguientes rasgos:
- Al igual que en su obra poética y dramática, las nivolas de Unamuno dan prioridad al contenido sobre la forma. De hecho, novelas como Amor y pedagogía se encuentran cerca del género de la novela de tesis, cultivado por Benito Pérez Galdós o Blasco Ibáñez, entre otros.
- Escaso desarrollo psicológico de los personajes: los personajes de las nivolas suelen estar caracterizados por un único rasgo de su personalidad, lo que los convierte en "personajes planos", frente a los "personajes redondos", con muchas facetas, que predominan en las novelas realistas. Los protagonistas de Niebla, Amor y Pedagogía o Abel Sánchez son encarnaciones de una idea o una pasión, que les impedirá relacionarse con el mundo con normalidad.
- Gestación "vivípara": en palabras del propio Unamuno, frente a la lenta y progresiva producción de las novelas realistas ("gestación ovípara"), a sus nivolas les corresponde una gestación "vivípara", es decir, un nacimiento apresurado y no precedido de una larga época de preparación, documentación y planificación.
Uno de sus ejemplo es la novela Niebla:
Niebla es una novela (una nivola en realidad, según la personal terminología del autor) escrita por Miguel de Unamuno en 1907 y publicada en 1914. Esta novela fue incluida en la lista de las 100 mejores novelas en español del siglo XX del periódico español «El Mundo»
Argumento:
En la novela ("nivola") Augusto va a ver a Unamuno y éste le dice que no puede suicidarse porque no vive solo, sino que es un ente de ficción. Después se da cuenta de que todo es un sueño, un sueño de su vida.
Augusto se rebela contra su no-existencia. Al final muere y le manda un telegrama a Unamuno en el que le dice "enhorabuena, se ha salido usted con la suya". La novela termina con una oración fúnebre a cargo de Orfeo, el perro de Augusto.
Toda la novela se configura como una extensa confesión metafísica. Unamuno se despieza a sí mismo, se convierte en ficción, se reinventa. Por ello su personaje acaba cobrando vida: la pretensión de la obra es cohesionar de tal forma ficción y realidad que el propio lector se sienta confuso, cierre las páginas del libro preguntándose aún qué hay de cierto y qué hay de novelesco (de nivolesco) en él. De esta forma se transportan al sentir de Miguel por entonces: un periodo de crisis, de preguntas, de vacíos espirituales.
Es interesante al respecto uno de los párrafos del libro, referente al novio de la amada del protagonista. Cuando aparece, Augusto Pérez se pregunta a sí mismo qué papel juega en su vida, en la vida de ella. Él es, ahora, el otro. Y jugando con ese pronombre Unamuno se embarca en una divagación filosófica acerca de la personalidad y el rol que interpretamos tanto en nuestra vida como en la de los demás.
Si bien, por otra parte, Niebla es la rebeldía hecha prosa, por el hecho de ser el primer representante del nuevo género "nivola", Augusto es también un rebelde (frágil al final, pero rebelde). La visita a casa del propio Unamuno es prueba de ello. El personaje no se conforma con una vida de títere, no manejada a su antojo.
Bibliografia: http://jaserrano.nom.es/unamuno/novela.htm
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